Se le interrogará si tiene el paciente algún dispositivo metálico implantado en el Cuerpo, tales como prótesis metálicas ortopédicas, clavijas o tornillos óseos, marcapasos cardíacos, implantes cocleares, prótesis valvulares, etc., porque en algunos de estos casos el examen podría estar contra-indicado y/o resultar contraproducente su realización porque aquí se emplea un fuerte campo magnético que podría desestabilizar alguno de estos elementos metálicos.
Un aspecto controvertido relacionado a estos estudios de resonancia es la sensación de encierro o de claustrofobia que suelen experimentar algunos pacientes, circunstancia que se da en un 10 a 15% de la población. Este es un inconveniente difícil de sortear para el que sólo se recomienda la ingestión de algún ansiolítico o tranquilizante previamente y armarse de paciencia. En su defecto se puede intentar ejecutar el examen en aparatos denominados “abiertos”, aunque también suelen generarse las mismas sensaciones. Para lograr la inmovilidad de pacientes pediátricos se recurre a la anestesia general, salvo que el niño sea algo mayor y muy cooperante. Para la población adulta no es recomendable esta alternativa, por cuestiones de “riesgo-beneficio”.
Los exámenes demoran entre 20 y 45 minutos según las zonas del cuerpo a explorar y, durante ese tiempo, el paciente debe permanecer inmóvil dentro del aparato. Se le provee de una par de auriculares para atemperar sonidos y señales de alta frecuencia que el mismo equipo emite durante la exploración.
En algunas circunstancias se puede tener necesidad de inyectar un “Medio de Contraste” por vía endovenosa. Se trata de sustancias para-magnéticas inocuas, inyectadas en pequeñas dosis (10 a 15 cc.), que no generan reacción adversa alguna ni fenómenos alérgicos (no son a base de Yodo).
Los exámenes de Resonancia Magnética no requieren de preparación previa alguna y tampoco de ayuno previo.