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Gaseosas sin azúcar: ¿consumo sin restricciones?

Jueves 27 de Junio de 2019

La epidemia de sobrepeso y obesidad en Argentina, en consonancia con la tendencia observada a nivel internacional, continúa aumentando. Los resultados de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, en base a datos del 2018 en nuestro país, dejan constancia de ello.

En este contexto algunas intervenciones nutricionales se basaron en la sustitución de bebidas azucaradas por bebidas endulzadas artificialmente con edulcorantes no nutritivos (BEA) con el fin de reducir la ingesta total de hidratos de carbono simples y calorías.

Según el último estudio sobre patrones de ingesta de líquidos de la población argentina (HidratAR 2012) el consumo promedio de agua, bebidas e infusiones era de 2.050 ml/día, de los cuales 50% correspondía a bebidas con sabor e infusiones con azúcar (solo  a  partir  de  los  líquidos  ingeridos  se  alcanza  o  supera  el límite superior de ingesta de azúcares libres recomendado por la OMS que es del 10 % de las calorías totales), 29% correspondió a bebidas endulzadas artificialmente (no hay consenso acerca del consumo de BEA) y sólo el 21% agua pura (sólo 2 vasos de los 8 que se recomiendan las Guias Alimentarias para la Poblacion Argentina 2016). 

El consumo de bebidas endulzadas artificialmente con edulcorantes no nutritivos se volvió una práctica común y en muchos casos excesiva, lo cual motivó la realización de estudios para conocer las posibles consecuencias metabólicas de este cambio de hábitos. 

El aumento del consumo de edulcorantes no nutritivos (ENN) coincide con las recomendaciones prácticas de la Guía de la Asociación Americana de Diabetes (ADA) que los acepta como un recurso para reducir la ingesta de carbohidratos intencionalmente agregados. Sin embargo, datos de población norteamericana sugieren que el consumo de ENN no fue acompañado de la disminución esperada del consumo de azúcares agregados. Esto sugiere que la población ha añadido edulcorantes no nutritivos sin suprimir los azucares alimentarios o que ha compensado esas calorías por mayor consumo en otros alimentos. 

El consumo de edulcorantes no nutritivos se considera seguro dentro de la ingesta diaria admisible. Sin embargo, los datos científicos de apoyo siguen siendo escasos y controvertidos. El estudio MESA, publicado en el año 2009, encontró que la utilización de gaseosas dietéticas se asoció con 67% de incremento del riesgo relativo para desarrollo de diabetes tipo 2 y de 36 % para el de síndrome metabólico. Para algunos investigadores el suceso primario en la producción de insulinoresistencia es el aumento crónico de la insulinemia basal por estimulo persistente de la secreción pancreática, comprobada con el uso de algunos ENN.

Ningún extremo es bueno y todo alimento puede ser parte de la alimentacion en porciones controladas, pero no todos los alimentos son iguales y para promover y proteger la buena salud y el bienestar general, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su informe "Alimentos y bebidas ultraprocesados  en América Latina" publicado en 2015 recomienda reducir el consumo de alimentos ultraprocesados (que incluyen a todas las gaseosas) por considerarlos muy probablemente la principal causa alimentaria del aumento de peso y de las enfermedades crónicas.

Si bien los resultados de los estudios no son del todo concluyentes y queda mucho por investigar, lo que sí ha sido ampliamente demostrado es que los edulcorantes no nutritivos no son sustancias metabólicamente inertes y las evidencias encontradas nos dan motivos suficientes para pensar que las bebidas endulzadas artificialmente no son inocuas y pueden ser un factor más que favorezca la creciente epidemia de obesidad, diabetes y síndrome metabólico. 

En este sentido, la  Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (AADYND) considera primordial y necesario:

  • Educar a la población en hábitos saludables y promover el consumo de agua.
  • Hacer hincapié en las políticas sanitarias que faciliten el acceso al agua (como ser: bebederos en las escuelas, plazas y lugares públicos de recreación, eliminar el costo extra de la elección de agua en menúes armados con gaseosas en restaurantes y/o casas de comida rápida, etc.).
  • Desterrar la creencia popular que indica que, al no contener azúcar, las BEA pueden ser utilizadas libremente como una alternativa saludable y palatable. 
  • Desalentar el consumo diario de BEA entre la población general y especialmente entre quienes presenten factores de riesgo para diabetes y síndrome metabólico. 
  • Limitar a 2 vasos (400 cc) la ingesta semanal de BEA entre aquellos consumidores frecuentes.

 

Fuente

Liliana David - Lic. en nutrición - MP 2845 

Servicio de Alimentación

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